Ficha de Bela Yankiray [ACEPTADA]

Es una joven con una figura delgada y alargada. Lleva siempre un peinado en forma de dos chonguitas que pueden llegar a resultar algo gracioso. Su pelo rosado es una de las cosas que la hacen lucir un poco peculiar. En su frente lleva un tatuaje negro con la forma de una luna invertida. Su nariz es pequeña y respingada y sus ojos son rojos como si estuvieran constantemente inyectados de sangre, estos poseen siempre una mirada malancólica cargada de los más oscuros secretos de su pasado. Le gusta vestirse siempre con elegantes vestidos como si estuviera a punto de ir a alguna fiesta gala, salvo en los días en los que desea poder sentirse más cómoda para estar en contacto con la naturaleza. En su pecho siempre lleva colgado un círculo tiene escrita la palabra "amor" en hebreo.

Es indomable como el mar y profunda como el océano, pues tras sus ojos esconde los más oscuros y terribles secretos de un pasado tormentoso que la marcó a fuego.
Muchas veces prefiere no ver lo que existe detrás de la máscara de cada individuo porque sabe que puede terminar sintiendo un gigantesca decepción al hacerlo y es consciente de que puede depararse con su carácter irascible si lo que descubre llega a ser demasiado desagradable para ella. Lo que más repudia, desprecia y odia es a los cazadores y al encontrarse con uno lo tratará con todo el desdén que para ella este tipo de bestias merecen; Bela ni siquiera los considera humanos, pues según su experiencia no difieren mucho de su propia especie, de hecho llegan a ser aún peores, más despiadados e irracionales que un vampiro de clase "E".
Siempre hace todo lo que está a su alcance para evitar entregarse a los brazos de Morfeo pues en las ocasiones que llega a tener algún fortuito encuentro con él, este la transporta a una dimensión infernal.
Es muy común verla contemplar la naturaleza callada y con un aire taciturno. Ama la soledad más de lo que le gustaría y le cuesta desprenderse de ella por lo que tiene mucha dificultad para entablar nuevas amistades.
Es muy amable y simpática pero eso no significa que vaya a abrirle las puertas de la esfera en la que habita a cualquiera, pero cuando lo haga dará todo de sí a esa persona.
Sincera y transparente como el cristal no tendrá miramientos en mostrar una completa indiferencia hacia alguien que no sea de su agrado.
Sin duda lo primero que percibirás al verla es su profunda melancolía y la añoranza que siente por aquellos hermosos tiempos que no volverán. Vive en una constante lucha por desarraigarse de su pasado y vivir más el presente.

Bela ha sido desgarrada por su pasado y a continuación sabrán porqué. Nació en un pequeño pueblo perdido de Finlandia. Los recuerdos más vívidos que tiene de su infancia son de su madre leyéndole algún cuento antes de dormir y de su padre corriendo y jugando con ella en la nieve. Por este ella sentía un especial cariño. Él aprovechó el poco tiempo que pasó junto a ella para enseñarle algunos valores que Bela siempre trata de obedecer y recordar, entre ellos le enseñó a ser siempre dulce con sus criados y tratar como a un igual a quien estaba por debajo de ella, a guardar un secreto y que sienta amor por la verdad y desprecio por la mentira. Es por causa de su profundo amor hacia su padre que Bela recuerda cada detalle de aquella clara noche de otoño. Su padre la cargaba en sus hombros mientras su madre llevaba consigo una pequeña maleta en la que portaba las pertenencias más valiosas de la familia. Con pasos ansiosos y apresurados subieron a un barco que los llevaría al Nuevo Mundo. En aquel entonces Bela no entendía de qué huían pero días después un inesperado acontecimiento la forzó a entender. El sol hacia que el lago luciera como un refulgente espejo aquel día, su padre se despidió de ella con fuerte abrazo y con sus ojos empañados en lágrimas. Su madre la llevó hasta una humilde casucha en la que moraba una indígena. Le da algo de dinero a la mujer y luego se agacha para ver a Bela a los ojos y despedirse de su pequeña niña. Le dice que lo siente, pero que esa era la mejor manera que encontraron de protegerla, que al parecer el cazador había logrado seguir sus huellas y que si él los encontraba al menos salvarían su vida. Tras aplastar a la pequeña Bela con esas palabras, acarició con manos temblorosas su cabeza y puso en su cuello un delicado collar. La pequeña se quedó paralizada con cientos de emociones haciendo ebullición dentro de ella mientras veía a su madre marcharse. La indígena que quedó a cargo de ella empezó a llamarla de Yankiray y en todo momento la cuidaba como a una hija sin importarle que ella fuese una vampiresa. La forma en que la menuda y morena mujer logró cuidarla y alimentarla es algo que hasta el día de hoy Bela no logra entender muy bien. Habían pasado ya dos años desde que Bela vivía con Amancay, así se llamaba su nueva madre. Bela ya había hecho un par de amigos entres los aborígenes y aquel día estaba correteando con unos niños de tez morena cuando aparecieron unos hombres a caballo, estaban armados y empezaron a dispararle a todos ellos sin piedad mientras Bela se escondía detrás de un árbol observando la terrorífica escena en la cual después de haber asesinado a todos ellos, empezaron a cortar sus cabezas para ponerlas en una bolsa. En cuanto se fueron Bela se fue corriendo a su casa ansiosa por ver a su querida Amancay, al llegar sintió como si le clavaran miles de puñales en todo el cuerpo porque lo único que encontró fue el cuerpo sin vida de la mujer que la había amado incondicionalmente. Se arrodilló y notó que a Amancay no le habían cortado la cabeza pero si se habían llevado sus dos orejas. Más tarde la pequeña supo que aquellos hombres eran cazadores de indígenas, que tras asesinarlos se llevaban sus orejas y sus cabezas como pruebas para que quienes los habían contratado les pagaran por su trabajo. Desde aquel tiempo Bela odiaba a cada cazador que se cruzaba en su camino sin importar si estuviese cazando una simple liebre. Pocos meses después una familia de vampiros la encontró vagando sola por las montañas de la Patagonia Argentina y la acogieron en su sena familiar. Sin embargo sin importar cuánto amor ellos le dieran ella siempre se sentía sola, ya no lograba hacer amigos con facilidad y empezó a vivir en su propio mundo donde nadie nunca más le podría arrancar todo lo que ella amaba. Mucho tiempo después Bela se enteró de un instituto en Japón en el cual convivían vampiros y humanos, sintiendo una profunda curiosidad se marchó para estudiar allí sabiendo que era una excelente oportunidad para que ella empezara a extender sus alas y comenzara a vivir de verdad.