Kaien Frenthig [ACEPTADA]

Es un hombre de estatura más alta del promedio, de 1,85 metros de alto, su cuerpo posee un cuerpo bien dotado y a su vez está marcado por músculos desarrollados en cada extremidad y por todo su tronco, aunque no con exageración. Sus cabellos son de un color negro así como la misma noche, con un corte irregular que caen levemente por detrás, lados y frente de su rostro, pero no interfieren mucho en ningún momento con su excelente vista, ni de sus ojos los cuales poseen una tonalidad grisácea platinada, una neutral y profunda mirada es lo que se obtiene de ver aquellos obres, sus pupilas poseen una leve curvatura teniendo una forma más ovalada de lo normal.

Su rostro en si no muestra más que serenidad, seriedad, entre otras. Muy pocas ocasiones es que llega a cambiarla como tal, y si por mucho puede es reflejar reacciones negativas, sea ira, molestia, desagrado, es raro cuando no muestra tales emociones, las sonrisas son si por mucho leves apenas perceptibles. Sus ropajes en lo general siempre es negra, suele usar es una gabardina negra larga sin mangas algo ajustada en la parte superior de su cuerpo hasta su cintura, mas debajo de esta parte es más suelto y echado hacia atrás, sobre esta misma prenda usa unas correas negras solo de adorno, no usa camisa debajo así que normalmente usa siempre cerrado aquella prenda, aparte sus pantalones negros igual de ajustados que la gabardina, sus zapatos son del mismo color que todo el resto del traje. En su cuello tiene una correa de cuero negro, un pequeño crucifijo descansa en mitad de su pecho, un gran aro de hierro rodea todo su brazo derecho por pocos centímetros bajo del hombro, en su mano en el mismo brazo descansa lo que es un guante negro, y por su otro brazo posee 2 grandes cruces rojas, cualquiera diría que es un tatuaje pero en realidad son marcas. De sus labios a veces puede verse sobresalir levemente las puntas de los colmillos que posee, aparte que de sus manos llegan igual a dar una clara vista de unas garras, no muy largas ni muy cortas también.

A primera y simple vista parece ser un hombre que es reservado, no muy hablador y apartado de otras personas, cosa que en verdad es casi 100% cierto, pero tales observaciones no son tan exactas cuando es que este posee ya un objetivo en mente. Una vez teniendo un deber, una tarea, o algo en especial solo se fija en ello, concentrado y recto en sus acciones, aunque sus ideales siempre pueden ir de un lado a otro, en otras palabras puede ser tanto malo como bueno a la vez, pero su naturaleza es por completo maligna pero por un suceso en su vida le hizo inclinare al otro lado de la balanza. Es difícil tener que molestarle pues siempre está bajo un régimen neutro de emociones, no muestra mucho en su rostro ni en sus ojos, si es que alguien llega a sacarle de quicio o llega a meterse en donde no le corresponde, Kaien es capaz de exterminarle sin miramiento alguno, lo tomaría más como solo un pequeño inconveniente a su paso.

No es alguien de mucho hablar, al menos que este con algo o alguien de su interés particular o que otro le formule una pregunta, no a todos llega a responderle solo a quien considera acto para poder hablarle, así se ahorra un tiempo. Es inteligente, maduro y fuerte de carácter, esto bien va para quienes logran tener un trato más cercano con este sujeto, sin importar que nivel, rango o fuera quien le tratase, no le llega a prestar atención, desconfía de todos por lo que en un principio no llegará a tenerse un buen trato, pero eso cambiaría poco a poco. Sus instintos vampiricos están siempre bajo el control de este, pues en ese estado puede salirse de control y llegar a un extremo de no diferenciar a sus compañeros de los enemigos, esto solo ocurre en momentos que llegan a golpear fuertemente su mente, esto se le puede agregar más que todo muerte de alguien cercano suyo.

No todo el tiempo es alguien que no muestre sentimientos algunos, solo con quienes le importa puede ser capaz de dar leves destellos de emoción, tales como simple sonrisa e interés de escuchar a otros.

♦ Defectos: Considera que su mayor defecto es la falsedad ya que en muchas ocasiones muestra expresiones que no refleja sus verdaderos sentimientos. Otro defecto es ser desconfiado de todos los que le rodean al igual que orgulloso al punto de no asumir abiertamente sus errores. Muchas personas detestan su faceta negativa que el resume como “ser realista”.

♦ Cualidades: No es una persona avariciosa. Es honesto al punto de decir directamente lo que piensa agrade o no a quien le escuche y a pesar de no ser muy sociable es una persona sumamente tolerante, muy difícil de verle fuera de sus casillas.

La vida de Kaien siempre ha sido fácil. Sería un error negarlo o tratar de maquillar la verdad, pues la mejor forma de definirla es simplemente con la palabra…fácil. Desde su más tierna infancia ha vivido con la comodidad de no saber lo que son los problemas económicos o el tener que renunciar a un capricho. Nunca conoció la existencia de la palabra “No”, si no era porque encabezaba frases como “No hay nada que no puedas conseguir, Kaien” o “No hay nadie que pueda negarse a lo que le pidas, Kaien”. Todos los sirvientes se desvivían por mantenerle feliz, por hacerle reír y por cumplir todos y cada uno de los deseos que abandonaban sus pequeños labios: juguetes, comidas deliciosas, cuentos interminables y bonitas canciones. Todos le conocían, sabían el poder que tenía su familia y la enorme fortuna que podía conseguirle cualquier cosa dentro y fuera de la sociedad, de modo que nadie se atrevía a meterse con el joven Frenthig a pesar de que su pedantería y egoísmo crispaban los nervios de muchos y su suerte despertaban la envidia de otros tantos.

Todo era perfecto. La vida perfecta que todos querrían.

¿Entonces por qué Kaien se sentía tan jodidamente insatisfecho? ¿Por qué no podía sentirse feliz del todo? ¿Por qué el cariño y los halagos de las decenas de sirvientes que se peleaban por atenderle no llegaban a compararse con el de sus padres? Unos padres ausentes e indiferentes a los que poco o nada les importaba los progresos de su hijo en la vida, si no era para demostrar que era mejor que todos sus compañeros. Solo en esas pequeñas ocasiones podía conseguir una chispa de atención, una estrella fugaz en medio de un cielo oscuro y desierto, tan desalentador que solo esa pequeña lucecita que brillaba durante apenas un instante podía salvarle de la desesperación, como el hecho de que su madre dedicara parte de su tiempo a enseñarle a tocar el piano, uno de los pocos recuerdos gratos que podía preservar.

Kaien convirtió su superioridad con respecto a los demás en su única meta, en una obsesión cada vez más fuerte por obtener el reconocimiento y el respeto de los demás, y, con ello, la admiración de sus padres. No obstante, con el tiempo eso también fue insuficiente, y ya ni siquiera el ser mejor que otros le podía asegurar que sus progenitores iban a premiarle con algo de cariño. El que había sido su máximo objetivo ya no valía la pena, pero a aquellas alturas ya no sabía cómo encajar una derrota ni cómo aceptar que había sido superado. Necesitaba el respeto de los demás, su obediencia absoluta para tener la sensación de que era importante para alguien, aunque solo fuera una ilusión comprada con el dinero de sus padres.

Tiempo más tarde, la ausencia de su madre se hizo incluso más acusada. Ya no solo se mostraba indiferente a las peticiones de cariño de su hijo y marido, sino que empezó a pasar más tiempo fuera de casa, metida en todas las camas de los vampiros de clase alta, empresarios humanos y demás personas poderosas e influyentes amigas de la familia. Muchos rumoreaban sobre este comportamiento de la señora Frenthig, y finalmente se convirtió en un secreto conocido por todos, hasta por el padre de Kaien y por el propio chico. No obstante, ninguno de los dos dijo nada al respecto, haciendo oídos sordos a los rumores y a los murmullos que les perseguían para mantener la farsa de la familia feliz y unida que nunca fueron. Tenían un nombre que proteger, aunque estuviese manchado por las numerosas aventuras de la mujer, de la que se rumoreaba un cierto grado de demencia provocada por la insulsa y agobiante vida en la que se veía apresada.

Cada día era más difícil encontrar su consumida presencia en casa hasta convertirse en una anécdota el verla pasearse como un fantasma por los pasillos de la mansión. Kaien quedó aún más desatendido si cabía, y su padre acabó tomando una tajante decisión en vista de la situación por la que pasaban él y su mujer. Con catorce años, Kaien fue enviado a una academia en Londres para jóvenes de la alta sociedad, una bonita manera de llamar a ese internado plagado de idiotas de familias ricas aún más pedantes y superficiales que él. No era un lugar desagradable del todo, pero para Kaien fue el golpe definitivo que le demostró lo poco que valía para sus padres. Separado de ellos sin ninguna carta o petición para volver a casa en navidades o en cualquier otra fecha señalada, comprendió que todos sus esfuerzos habían sido inútiles. Fue allí donde acabó de forjarse ese carácter egocéntrico, despegado del resto y, en ocasiones, hasta tiránico. Aprendió a vivir solo para sí mismo y para conseguir sus metas sin importar cuán lejos tuviera que llegar para alcanzarlas. Se convenció de que no necesitaba a nadie junto a él y de que toda compañía era un estorbo del cual podía prescindir; una parte de él quedó enterrada bajo una falsa autosuficiencia para acallar a la voz que le decía que aún ansiaba el cariño y el amor sincero de alguien, de quien fuera.

Sin embargo, después de varios años sin saber nada de sus padres, ni de nadie conocidos, vagando sus pisadas por diversos países y diversos ambientes, aprendió varios idiomas, aprendió de distintas personas, distintas facultades, filosofía, literatura, música, leyes, física y todo lo que más pudo, durante uno de sus cuantos viajes un viejo vampiro enterando de todo respecto a su raza le informado algo importante, resulto que su padre había muerto hace unos 10 años, no sintió nada, como si fuese una simple noticia de alguien desconocido, siguió su camino, siguió viendo como los humanos que conocía morían, se mataban, jugaban entre ellos, con sus sentimientos y con sus almas, no sintió asco por ellos, pero tampoco afección, realmente no le importaban, ni ellos, ni su raza, ni nadie, de vez en cuando libraba sus peleas para deshacerse de un par de cazadores que no tenían nada más que hacer que quitarles la cabeza.

Recibió la invitación para unirse a la Academia Cross la cual aun cuando rechazo por un tiempo decidió tomarla y vivir su vida ahí, no estaba emocionado por ello pero tampoco le parecía indiferente, era algo distinto, pasar más tiempo con los de su raza le era bastante particular por lo cual su estancia en esa academia le traía un estado de hogar, por el momento.

* Ciertamente no tengo intenciones de pelear, así que realmente no me interesa mucho usar las técnicas en ese sentido sino, más bien, en un plano meramente de rol táctico.