·· Apolo Gavia ·· [R-Li]

Nombre:
Gavia, Apolo.
Naturaleza:
Humano.
Empleo:
Estudiante.
Sexo:
M.
Edad:
16 años.
Curso:
Primero
Clase:
Del sol.
Apariencia e imagen:

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De apolínea figura, su padre le otorgó tal nombre debido a su gran belleza, parecida a la del dios Apolo, el cual se caracterizaba precisamente por ser un joven realmente atractivo. Su rostro a veces se cubre con sus cabellos dorados y brillantes, ondulándose sobre sus mejillas rosadas. Sus ojos en muchas ocasiones son cansados, pareciendo que van a cerrarse, pero son de un color verde claro que captan la luminosidad de su alma al completo. Es, en resumen, joven de elegantes facciones y elegante porte, de formales sonrisas y gran estatura, alargado cual espiga, enhiesta así toda su hermosura.

Psicología:

Soñador y despistado. El típico estereotipo de chico tranquilo y sentimental. Desarrolló durante su infancia una gran capacidad para la música, por lo que su carácter está íntimamente ligado a este género artístico. Así pues, en Apolo predomina la intención melómana, y en múltiples ocasiones, sobre todo cuando habla, siempre sale a relucir alguna obra clásica. Todos sus ideales giran en torno a ello, por eso, no tiene casi capacidad para expresar sus sentimientos si no es a través de la música o de sus interpretaciones con el violonchelo. Le agradan también otros artes, y el que más, la literatura, a la que suele referirse también con frecuencia, hablando incluso de forma poética cuando lo prefiera. Su alma en sí misma es arte, y sus pasiones igual. Es, pues, aunque tranquilo, reservado, algo cobarde y muy pasional.

Historia:

Había tormenta esa noche en París. La Torre Eiffel lucía en todo su esplendor a pesar de la tertulia de las gotas golpeando las pulcras calles de la ciudad. En uno de los barrios más pobres, un hombre, cuya indumentaria (compuesta por un frac al estiló inglés) llamaba la atención, tocaba su violonchelo al ritmo de las aguas que corrían airosas hasta las alcantarillas. Acompañado estaba de las luces de las casas, de los ojos curiosos que se atrevían a mirar entre sus cortinajes a aquel señor extraño, al loco Gavia, al obsesionado Gavia. Su mujer acababa de dar a luz a un niño precioso, a un niño con rizos dorados, a un niño parecido al mismísimo dios Apolo, aquel que se enamoró de la preciosa Dafne. Aquel que era el dios de la música y de la medicina, de la inteligencia y del sol. Eso sólo podía ser una señal. Así que tras interpretar en plena calle el solo de El Carnaval de los Animales de Saint-Saëns, el señor Gavia nombró a su hijo Apolo, como aquel dios que tanto veneraba, y le bendijo con todos los honores que se pueden recibir de un alma tan pobre como aquella.

La infancia de Apolo no fue muy destacada. En la escuela pública se reían de él por su pobreza, y se burlaban constantemente por sus despistes. Su madre vigilaba sus estudios, pero se cansó de estar siempre encima de él riñéndolo y dejó que hiciera lo que le placiera. El joven, entonces, creció en un ambiente dedicado a la música y al cultivo de la literatura, fundamentalmente. Su padre le enseñó el arte de la poesía, la composición clásica, la buena interpretación, la perfecta oratoria, la expresividad, el temperado piano y el bien sabido violonchelo que tanto amaba. Y así, el muchacho, talentoso en los paseos con su arco, consiguió acceder a la misma orquesta en la que tocaba su padre. Orgulloso de él, uno de los hombres que escuchaban el concierto, se marchó con la idea de hacerle su alumno.

Tiempo después, cuando el hambre y los malos momentos asolaron a la familia Gavia, Apolo se vio envuelto en un sinfín de problemas que ni siquiera entendía. Su madre los abandonó debido a la pobreza de su padre, siendo convocada por un ricachón que la requería como sirvienta en su mansión de Tolouse. Así fue cómo, poco a poco, el padre envejeció por la pena y la desdicha, y, estando en cama enfermo, abrazado a su querido violonchelo, legó a su único hijo aquel hermoso y antiquísimo instrumento, demacrada la madera por la lluvia y el pasar de aquel siglo. Apolo, maravillado, lo aceptó, y tiempo después, mientras practicaba en su casa, solo, sin descanso, aquel mismo hombre del concierto lo escuchó y lo llevó consigo a la Academia Cross, donde le ayudaría a obtener los estudios y a entrar en el conservatorio.
Otros datos:

· Tiene tendencia a expresarse en forma poética. ·
· Le gusta decir que se siente como "La Marcha de las Valkirias" de Wagner, como cualquier obra musical que se tercie en esos momentos. ·
· Le encanta el chocolate. ·
· Añora Francia, pero ama viajar y conocer mundo. ·

Datos de Registro

Usuario:
Gavia, Apolo.
Nombre personaje:
Shimizu Keiichi.
Anime/manga:
La Corda D'oro.


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