Evangeline Bedeau [ACEPTADA]

Todo lo que sube, tiene que bajar… A cada acción le corresponde una reacción… Todo lo que nace, tiene que morir… Son simples leyes de la naturaleza, leyes que se observan en el día a día, leyes que rigen nuestra existencia, leyes que todos los seres vivos cumplen sin importar especie, edad o circunstancias ¿o no?…

Algunos de nosotros rompemos con los esquemas, rompemos los patrones y desafiamos la leyes que nos rigen, porque nos hemos alejado del mundo, nos hemos encerrado en nuestros anhelos y en nuestros deseos, nos centramos en un solo aspecto que olvidamos todo lo que nos rodea, olvidamos como reír, como gozar de los detalles pequeños pero significativos, olvidamos soñar y nos empeñamos tanto en lograr un solo objetivo que no nos importa morir en el proceso … haciendo que, incluso aunque sigamos vivos nos aislemos a extremos tales que, lentamente nos volvamos sombras entre todos , nos transformemos en muertos andantes.

No puedo decir que mi historia en un comienzo fue extremadamente dramática o triste, no viví una infancia llena de dolor o pena. No conocí la necesidad ni el hambre ni el dolor a extremos que se consideren desgarradores. A decir verdad fue todo lo contrario y eso es quizás el aspecto más cruel de todos. Yo nací en Bagneux, una pequeña localidad suburbana ubicada al sur de la enorme y hermosa ciudad de Paris, quizás bajo las circunstancias más afortunadas y envidiables que posiblemente se le pueden ocurrir a alguien. Mis padres gozaban de una posición privilegiada dentro de la sociedad vampírica de la región. Así que nuca nos preocupamos por cuestiones financieras o de seguridad. Crecí rodeada de todos los lujos posibles, lejos de la brutalidad de la sociedad y a resguardo de cualquier situación peligrosa. Tengo dos hermanas pequeñas, Claudia y Kyanov. Ambas son mi razón de ser, mi mundo entero y no hay nada que yo no haría por ellas. Desde que éramos pequeñas me propuse siempre cuidar de ellas y me tomé muy enserio mi papel de hermana mayor, a pesar de las travesuras que hacían y de los dolores de cabeza que me causaban nunca deje de velar por su seguridad.

Siempre fui bastante diferente a mis hermanas, al menos en lo que concierne al carácter. A pesar de ser un tanto impulsiva, atrevida y rebelde, poseía una seriedad bastante inusual a mi edad, una curiosidad que según palabras de mi padre jamás sería saciada y un intelecto notorio y brillante. Nunca me conformaba con lo que sabía o conocía siempre estaba en busca de más. Debo admitir que desde siempre he sido además, un tanto fría y sarcástica con las personas que frecuentaban mi círculo social, pero eso nunca sucedía con mi familia.
Cuando cumplí doce años mis padres decidieron abandonar nuestra apacible vida suburbana y mudarnos a la cuidad, ellos creían que sería lo mejor, así Claudia, Kyanov y yo podríamos socializar con vampiros de nuestra edad y comenzar a desenvolvernos en la fría y superficial sociedad vampírica. Así pues, nos mudamos a París a una lujosa casa ubicada en la emblemática Rue de Rivoli. Como mis padres creían que la convivencia entre vampiros y humanos era posible, se empeñaron en hacer que tomara parte en su filosofía y así pues fui enviada a estudiar al prestigioso Institut de l'Alma, que, a pesar de ser una escuela humana, contaba con algunos alumnos vampiros en matrícula (por supuesto que este hecho era ignorado completamente por el personal del Instituto). Así durante varios años viví una farsa bastante agradable a decir verdad. Mi mundo se redujo a mis padres, mis abuelos, mis hermanas y mi pequeño y cálido mundo perfecto.
Dicen que el tiempo siempre transcurre rápidamente cuando alguien es feliz y yo creo que eso es verdad. A veces el destino suele divertirse con nosotros, nos hace creer que todo es perfecto cuando en realidad, nos espera un caos. Mi momento de caos llegó con aquello que yo sarcásticamente llamo “la cacería de brujas”. Una noche, un cazador allegado a mis padres llego con una noticia bastante perturbadora, mis padres debían huir pues la asociación de cazadores los había colocado en la lista. Era cuestión de tiempo el que mis padres fueran atrapados, porque hasta donde el cazador sabía ya había alguien tras ellos. Pero ¿Por qué eran perseguidos mis padres? ¿Quién había dado la orden de colocarlos en la lista? Ellos parecían no saber el porqué y en caso de saberlo nunca dijeron la causa. Los cazadores no suelen tener la costumbre de sentarse a charlar con sus presas y mucho menos suelen pedir explicaciones, así que mis padres decidieron que lo más prudente sería ocultarse hasta que las cosas fueran aclaradas. Mis hermanas y yo creímos que seriamos enviadas a los suburbios a vivir con nuestros abuelos, sin embargo mis padres dispusieron lo necesario para partir con ellos. Temían que quien los había colocado en la lista fuera tras nosotras o peor aún que los cazadores nos usaran para hacer que nuestros padres salieran de nuestro escondite. Así, esa misma noche partimos rumbo a Italia donde una familia de vampiros en quienes mis padres confiaban plenamente nos ayudaría a ocultarnos.

El tiempo que duró nuestro éxodo las cosas cambiaron por completo y el lado crudo de la vida me fue revelado de golpe. Sin embargo más que lamentarme y temer, tomé con madurez el cambio, me adapté a la nueva situación y traté de aprender de todo lo que me rodeaba. A decir verdad y de manera algo tonta siempre creí que las cosas terminarían por arreglarse y todo volvería a la normalidad, así como debía ser. Sin embargo pronto descubriría lo estúpido de este pensamiento. Durante una noche de invierno los cazadores llegaron y lo único que pude hacer fue poner a salvo a mis hermanas, escondiéndolas en un refugio anexo dentro de la misma casa donde habitábamos. No pude hacer nada por mis padres quienes murieron protegiéndonos a nosotras tres. Esa noche, mientras veía como mis padres eran masacrados me hice dos promesas: Procuraría ante todo la seguridad y felicidad de mis hermanas, no permitiría que el sacrificio de mis padres fuese en vano y segundo no importara lo que me costara, averiguaría todo el trasfondo del asunto, averiguaría quien había mandado la muerte de mis padres, porque razón y quienes eran sus ejecutores, aquellos cuyos rostros jamás olvidaría, y entonces haría que pagaran por sus crímenes.

Dos semanas después del incidente mis hermanas y yo, partíamos de regreso a París, donde nuestros abuelos nos esperaban con ansia. De momento todo mi mundo había cambiado, había perdido a mis padres y me cuestionaba todo acerca de mi vida. Yo misma había cambiado, mi mundo se había reducido al afán de proteger a mis hermanas y a la venganza. Desde mi llegada a París comencé a usar las influencias que mis abuelos y mis padres poseían para lograr desentrañar todo lo relacionado al incidente, pero sin importar mis esfuerzos todo me conducía a un callejón sin salida, me di cuenta de que, probablemente alguien poderoso estaba tras de todo así que, sin importar la reputación e influencias de mi familia, así como estaban las cosas nunca lograría bastante.

Comencé a entrenar con un vampiro bastante singular, trabajaba como maestro de esgrima y además era un ex cazador. A pesar de mi creciente odio hacía los cazadores fui lo suficientemente lista como para admitir que no podría encontrar a un mejor maestro que él, así fue como comencé a entrenar no solo esgrima, mi maestro poseía el dominio sobre el fuego así que también me enseño a dominar y perfeccionar mis propias habilidades como vampiro. Me enseño como agudizar mis sentidos, como sacarle ventaja a mi agilidad, en pocas palabras me enseño a ser una buena combatiente.

También fue mi maestro quien me ayudó a conseguir la primera pista que me guiaría a vengar la muerte de mis padres y fue esa misma pista la que me dirigió a la academia Cross. Sin embargo ahora debía enfrentarme a un dilema. No podía dejar a mis hermanas solas y expuestas al peligro y hacer que me acompañaran sería todo un reto. Claudia, desde el día del ataque, gracias a su dulce y suave carácter se había tornado un tanto más tímida y temerosa con respecto a los cazadores, los cuales abundaban en la a academia. Kyanov al parecer no quería desprenderse de lo único que le brindaba un cierto consuelo, sus amigos y el ambiente que la rodeaba. Sin embargo de una manera quizás un tanto egoísta me las arregle para hacer que mis hermanas me acompañaran. Sabía que si lograba convencer a una de ellas al menos la otra nos seguiría sin remedio. Sorpresiva e inesperadamente, surgió un sospechoso pero afortunado interés en Kyanov por la academia y aproveche esta oportunidad para convencer a Claudia, diciéndole que sería lo mejor para ambas, que nos ayudaría a relacionarnos mejor con los demás, en pocas palabras, nos ayudaría a superar el trago amargo. No sé cómo logre convencer a Claudia, pero lo hice y supe que en más tendría que mantener mis verdaderos motivos ocultos de mis hermanas. Y así fue como partimos hacía la academia Cross, cada una con diferentes expectativas y objetivos a cumplir. Aunque no sé lo que nos depare el destino, estoy segura de dos cosas, la primera, no dejaré que a mis hermanas les suceda algo malo y la segunda, no importa lo que tenga que hacer o lo que me cueste, de una vez por todas vengaré la muerte de mis padres.