Cap 1 : Encaminando a mejor?

Aquí me encontraba yo, de nuevo. De nuevo en mi habitación. Hacía algo de frío, pero no quería salir por nada del mundo de mi reconfortante cama. Podía oír como las maesillas del reloj se movían, volviéndome completamente loca. No lo entendía. Realmente no lo entendía y nunca lo haría. ¿Tan mala persona soy? Creo que no, no me parece justo. Yo no era así, antes no. Era alguien alegre... supongo. Si era cierto, no era así, me volví de esa manera, fría y desinteresada. Esa era la razón por la que me encontraba aquí, para olvidarme de todo lo sucedido y comenzar una nueva vida. Aun así... -¿Por qué tendría yo que ir al psicólogo? ¡Eso es poco entendible!- dije gritando mientras me incorporaba en la cama. -Yo... No quiero....- dije suspirando.

No me quedaba de otra. Varios profesores me recomendaron ir al psicólogo. Me dijeron que en esta Academia habían unos muy buenos. Aun así... sigo negándome. Me abofetee la cara y pega un salto de mi cama. Me dirigí hacia al baño donde después de una larga ducha me dispuse a cambiarme con demasiada lentitud. Mucha lentitud... Quería que lo notara. Quería que esa psicóloga lo notara. Era la peor psicóloga que había conocida en mi vida, y eso que no conocía a ninguna. Ella no solucionaba los problemas. Los escuchaba. ¿Será que realmente los escuchaba? No, creo que no. Solo miraba, observaba todo. No hablaba. Eso era realmente algo muy poco pedagógico.

Me miré frente al espejo y sonreí. Tal vez si practicaba mi sonrisa más seguido, nadie en la Academia se preocuparía por mi. -¿Pero que estoy diciendo? Acaso... ¿Alguien realmente se preocupaba por mi?- Mi falsa sonrisa se desdibujo. Salí del baño, tome mi bolso sobre la silla de la habitación y sin más preámbulos salí de aquel lugar.

Mientras caminaba por los pasillos de la Academia hasta llegar al consultorio no podía dejar de pensar en todo lo que me había ocurrido. Era lamentable, no podía hacer nada. -¿Acaso esta mal recibir un poco de ayuda?- pensaba mientras no apartaba mi vista de aquellas baldosas. De repente el camino a la consulta parecía más largo de lo normal. -Esa psicóloga... Esa tal Miranda... Miranda... Ashch... ¡No recuerdo ni su apellido! Me desagrada- Ya estaba enojada. Continué mi camino hasta toparme con la puerta de entrada a aquella sala en donde todos mis pensamientos serían expuestos y psicoanalizados.

Suspire muy lentamente. Quería hacer esto rápido y pronto. Abrí la puerta con total impunidad y me dispuse a entrar, sin darme cuanta de la situación actual. -Bien, aquí me tienes, terminemos con esto Miranda - Dije sin más preámbulos, sin tomar en cuenta que Miranda no se encontraba sola, más bien, estaba con otra paciente. Quede boqui-abierta. Eso fue algo vergonzoso. Aquella joven se encontraba acostada sobre el famoso sillón de los psicólogos, esperando de seguro alguna respuesta, muy en vano, de la boca de Miranda.

-Lo siento... Yo.. Yo no quise. Lo lamento. - Continué sin más decir. Mirando a ambas de manera confundida, mientras recorría con la mirada las lagrimas de aquella joven.